Los partidos progresistas ganan en la capital, donde la coalición de gobierno sufre un revés electoral
Los socialdemócratas, a punto de perder la alcaldía de Copenhague por primera vez en más de 100 años
que ha gobernado la capital durante 122 años, pero que ha quedado tercero con el 12,7% de los votos. En las elecciones municipales del martes los socialdemócratas también perdieron en otras grandes ciudades que representan sus feudos de voto tradicionales en el área metropolitana de la capital.
A pesar de tratarse solamente de unos comicios locales, Dinamarca tiene que celebrar elecciones generales el año que viene, por lo que la derrota en Copenhague y en otras grandes ciudades de los socialdemócratas añade presión sobre el ejecutivo de la primera ministra Mette Frederiksen, que asumió la derrota en su discurso en la noche electoral: “la caída ha sido mayor de lo que esperábamos, es mi responsabilidad” dijo desde el Museo de los Trabajadores, donde el partido siguió la noche electoral en la capital.
Las negociaciones para decidir el puesto de la alcaldía en estos comicios empiezan durante la misma noche electoral y en el caso de Copenhague se han alargado durante toda la noche, sin que de momento se haya llegado a un acuerdo para que gobierne la candidata anticapitalista Line Barfod (61 años).
Con el futuro alcalde aún por decidir, los resultados indican que los votantes han favorecido cuestiones como la solución a la crisis de la vivienda en la ciudad, prioritaria para las fuerzas abiertamente de izquierdas y las medidas para sacar los coches de la capital, así como la necesidad de abaratar el precio del transporte público.
Los socialdemócratas han ganado las elecciones en el cómputo nacional, pero han empeorado sus resultados un 5,2%. La segunda formación más votada ha sido el Partido Liberal, que acompaña a los socialdemócratas en la coalición que gobierna el país, pero que también ha visto cómo sus resultados caían un 3,3%. El tercer puesto lo ocupa el partido Conservador, que también ha perdido votos.
Ganan las fuerzas progresistas en la capital
Casi una cuarta parte de los votantes en Copenhague han optado por la Lista Roja-Verde (22,1%), una formación que nació en 1989 fruto de la unificación de partidos comunistas y socialistas. Aunque ya había ganado las elecciones locales en 2021, una coalición de partidos de izquierda permitió a los socialdemócratas mantener entonces la alcaldía de la capital.
Los analistas no prevén que el acuerdo de hace cuatro años se pueda volver a producir, ya que en el bloque de izquierdas piensan que ya es hora de hacer un cambio al frente del ayuntamiento de Copenhague. La segunda formación que ha obtenido los mejores resultados en la capital es el Partido de Izquierda Verde (17,9%), también progresista, pero más moderada. Su candidata, Sisse Marie Welling, de 39 años, también suena para convertirse en alcaldesa si las dos formaciones de izquierda consiguen sumar a la coalición al Partido Alternativo, que ha obtenido el 5% de los votos.
Las fuerzas progresistas han centrado su campaña en prometer soluciones para que la capital sea un lugar más asequible para vivir, con medidas como reforzar el poder de los políticos sobre el mercado inmobiliario: “La gente no debería gastar el 60% de sus ingresos en el alquiler” decía la candidata Welling en una entrevista reciente para el medio The Copenhagen Post. Por parte de los socialdemócratas, su promesa más destacada en campaña ha sido proponer la gratuidad total de las guarderías, una medida también pensada para aliviar los costes de vida de las familias en la capital.
Fin al largo dominio socialdemócrata
Tras más de 122 años ininterrumpidos ocupando la alcaldía de Copenhague, las elecciones municipales han sido un verdadero terremoto político para el partido socialdemócrata, más allá de los resultados obtenidos en Copenhague. Los analistas han leído estos resultados como un voto de desafección por parte de los ciudadanos de las grandes ciudades frente al giro conservador que en los últimos años ha tomado el partido bajo la primera ministra Frederiksen, que ha impulsado una de las políticas más restrictivas en la UE contra la inmigración y la llegada de solicitantes de asilo.
Copenhague ha sufrido una auténtica transformación en las últimas décadas, pasando de ser una ciudad industrial portuaria a todo un referente mundial por su modelo de infraestructuras eficientes, un sólido sistema educativo basado en las escuelas públicas, la creación de nuevos espacios verdes y zonas aptas para la natación en el mismo centro de la ciudad, así como un alto nivel de seguridad.
Esta metamorfosis ha traído también, sin embargo, un aumento vertiginoso de los precios inmobiliarios que ha obligado a muchas familias trabajadoras a abandonar la ciudad.
“Copenhague es una ciudad más rica que nunca, pero la demografía de la ciudad ha cambiado”, indicaba el politólogo en la Universidad de Copenhague, Kasper Møller Hansen. “Ahora hay una población con más estudios académicos, familias jóvenes con hijos que tienden a tener unos valores más de izquierdas, más centrados en cuestiones como el clima, menos estrictos en el control migratorio, y en una perspectiva global, más abierta y tolerante, eso sin duda ha hecho cambiar el voto en Copenhague” dice. En ese sentido, explica el politólogo, “los socialdemócratas han sido capaces de renovar la ciudad, pero su base de votos se ha visto forzada a trasladarse a los suburbios porque se ha vuelto carísimo vivir aquí”.
A su vez, la candidata de los socialdemócratas, Pernille Rosenkrantz-Theil, “ha tenido grandes dificultades durante la campaña” asegura Hansen. En 2020, el alcalde socialdemócrata Frank Jensen dimitió tras hacerse públicas acusaciones contra él en un caso de acoso sexual. Su sucesora, Sophie Hæstorp Andersen, fue trasladada de la alcaldía a un puesto ministerial, en una maniobra que se entendió como una falta de confianza por parte del partido en las capacidades de Andersen para revalidar la alcaldía.
Theil tenía la tarea de revitalizar las opciones de su partido en la capital gracias a su larga experiencia y trayectoria política, pero en su campaña se ha hecho patente la desconexión del partido con el electorado.