La resolución, que se vota cada año desde 1992, ha obtenido este año 165 votos a favor, 7 en contra (Argentina, Estados Unidos, Hungría, Israel, Macedonia del Norte, Paraguay y Ucrania) y 12 abstenciones.
Van 33 veces seguidas. La Asamblea General de Naciones Unidas ha pedido de nuevo por abrumadora mayoría el fin del embargo de EEUU a través de una resolución que presenta cada año La Habana desde 1992.
El texto señala “la igualdad soberana de los Estados, la no intervención y no injerencia en sus asuntos internos y la libertad de comercio y navegación internacionales, consagrados en numerosos instrumentos jurídicos internacionales”. Y muestra la preocupación por las legislaciones estadounidenses, como la Ley Helms-Burton de 1996, “cuyos efectos extraterritoriales afectan a la soberanía de otros Estados, a los intereses legítimos de entidades o personas bajo su jurisdicción y a la libertad de comercio y navegación”.
De esta manera, la resolución insta a la derogación de ese tipo de medidas a quienes las impongan.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, afirmó: “El impacto de este tipo de agresión no es solo económico. Se aplica por diseño, con fría premeditación respecto a su impacto social y humanitario sobre millones de personas”. El ministro también denunció las presiones ejercidas por el Departamento de Estado para modificar el voto de los Estados Miembros respecto a la resolución, y criticó que EEUU haya “adoptado la práctica criminal de cometer asesinatos en alta mar o dentro de las aguas jurisdiccionales de otros países a manos de sus Fuerzas Armadas”, en el Caribe y en el Pacífico Oriental.
La resolución, este año, ha recibido más votos en contra que en recientes ocasiones, lo que refleja el momento geopolítico marcado por el ascenso de los Gobiernos de derechas y ultras en el continente Latinoamericano –Cuba y Ecuador– y por la guerra de Ucrania, en la que Cuba se ha mostrado próxima a Rusia –lo cual le ha granjeado la oposición de países del centro y el este de Europa–.
Así, la resolución de este año cosechó 165 votos a favor, 7 en contra (Argentina, Estados Unidos, Hungría, Israel, Macedonia del Norte, Paraguay y Ucrania) y 12 abstenciones (Albania, Bosnia y Herzegovina, Costa Rica, Chequia, Ecuador, Estonia, Letonia, Lituania, Marruecos, Moldavia, Rumanía y Polonia).
El año pasado, la resolución obtuvo 187 votos a favor, solo dos votos en contra (Estados Unidos e Israel) y una abstención (Moldavia).
El bloqueo de EEUU a Cuba comenzó en 1960 y se fue endureciendo en diferentes momentos históricos, alcanzando a terceros países a partir de 1992, fecha en la que la Asamblea General emitió su primera petición a Estados Unidos para ponerle fin.
El representante permanente de EEUU ante la ONU, Mike Waltz, había dicho este martes ante el plenario: “La realidad es que se trata de un régimen ilegítimo y brutal que pretende hacerse la víctima de la agresión, mientras abiertamente se declara enemigo de Estados Unidos. Se encuentra a tan solo 90 millas de nuestra costa. Conspira y colabora con enemigos y adversarios de Estados Unidos en contra de nuestros intereses. La realidad es que este régimen apoya a organizaciones terroristas en todo el mundo. Permite que mercenarios combatan en la guerra de Ucrania. Sostiene al régimen venezolano y ayuda a los cárteles. La realidad es que estos cárteles a los que apoya trafican con personas, drogas y armas, y fomentan la inestabilidad en nuestro hemisferio. Socavan las democracias en nuestro hemisferio”.
Bruno Rodríguez Parrilla, a su vez, calificó a Waltz de “incivilizado” y “grosero”, aludiendo también al escándalo de Signal: “El representante permanente de los Estados Unidos no solo miente al desviarse sustancialmente del tema, sino que además habla de manera grosera y arrogante contra la dignidad de esta Asamblea y de los Estados Miembros. Lo hace con una conducta inaceptable en este distinguido foro democrático. Señor Waltz, esta es la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esto no es un chat de Signal, ni tampoco la Cámara de Representantes”.
El ministro cubano aludía al Signalgate, en el que se vio involucrado Waltz: un grupo de Signal para hablar de ataques a Yemen en el que la cúpula del Pentágono, con el secretario Pete Hegseth al frente, metió a un periodista de The Atlantic.